He sido migrante 10 años de mi vida. Mi etapa en Berlín me hizo deconstruirme, aprender un nuevo código social y cultural, otro idioma, conocer otro sentido del humor.
Con el Covid-19, para mí también llegó la desconexión, la tristeza, la añoranza de mi familia, las ganas de volver a Andalucía, a mis raíces.
La pandemia fue el desencadenante, pero el duelo migratorio lo pasamos todos los migrantes en algún momento de nuestra vida en el extranjero.
Volví a Granada para instalarme y me convertí en una retornada. Anticipaba cómo sería volver a España pero realmente fui consciente de la realidad una vez aterrizada. La burocracia, el panorama laboral, la mentalidad… todo me resultaba familiar pero ajeno al mismo tiempo.
Volví a empezar, conectando con gente nueva que se adaptase a mí y a mi visión adquirida en mis años de migrante.
Considero que el retornado de hoy es el gran olvidado.